miércoles, 17 de julio de 2013

SOBREMESAS EDUCATIVAS

El verano tiene sus cosas buenas. Hace calor, no se habla tanto de política, tienes vacaciones (hablo en general, porque servidor este año se lo va a comer crudo), vas a la playa, etc. También tiene su parte mala, que es que la gente va (vamos)  bastante salidillos, con lo que eso conlleva en cuanto a dificultar el llegar a un estado de paz mental y física. Sobre todo física.
Examplia gratia. Hoy en la comida hemos coincidido la vieja guardia. Cuando digo vieja quiero decir que pasan de 50, y que nadie se ofenda, pero es una simple cuestión de comparación, porque los demás estamos entre los 30 y los 40 (41 en mi caso). Hacía tiempo que por distintas razones no comíamos juntos. Viajes de unos, reuniones de otros, compromisos de aquellos…. Pero hoy ha tocado. Y ha sido como en los viejos tiempos. Situémonos. Mes de Julio. Calor. Tiempo tormentoso. Ánimos revueltos. A la mesa, seis machos y dos hembras. Por lo que se ve, todos en celo. Imagínense el panorama.
El que era macho alfa de la manada, al que ahora podríamos llamar lomo plateado siguiendo los criterios de Diane Fossey, rompe las hostilidades con la hembra más inexperta. No sé qué de una dolencia en el pie, que sube por la pierna, y que llega hasta… bueno, aquí ella se ríe, y dice para, pero de buen rollo. Uno de esos para que invitan a cualquier cosa menos a parar.
Por aliviar la cuestión,  alguien saca el tema de lo sano que es la masturbación para aliviar tensiones y evitar escenas vergonzantes (como la que acabamos de ver, por ejemplo). Pero el remedio es peor que la enfermedad, porque la gente se lanza a una competición desaforada para comprobar quién es el que más derroche de imaginación, energía y medios auxiliares utiliza para hacerse una paja.
Y, oigan, algo en principio tan simple demuestra ser una materia tan compleja que daría para varios créditos en cualquier universidad de renombre. Qué despliegue de medios, de imaginación, de fisiología aplicada. Ha sido un verdadero simposio en el que el que algunos hemos aprendido un montón, a la vez que nos sentíamos ridículamente beatos y pueblerinos.
Lomo plateado ha comenzado con un emocionado recuerdo a lo que eran las clases de la escuela del nacionalcatolicismo que a él le tocó vivir, con el 80% de la clase haciéndose pajas para entrar en calor, profesor incluido. Sin escatimar detalles acerca de las peculiaridades anatómicas de sus condiscípulos, como aquel que se rompió el frenillo en un día de pasión desenfrenada (o de frío extremo, quién sabe) y dejó la huella indeleble de la sangre de su lujuria en la pared del aula. Lomo plateado no nos asegura que aún siga allí, pero jura que un buen chorretón sanguinolento, recuerdo del Pirolón, permaneció en la pared del aula durante muchos años.
Toma el relevo el siguiente en el escalafón (por edad, se entiende). Comienza con un aforismo que da qué pensar: no hay polvos como los de solteros ni pajas como las de casado. Sabiduría popular a la enésima potencia. Quizá no casa completamente con el método científico, porque no es reproducible al cien por cien, pero todos nos vemos reflejados en algunas situaciones que demuestran que la sentencia tiene al menos parte de verdad.
Esto da paso a una detallada exposición de las más variadas técnicas de masturbación que uno haya presenciado en su vida. Hay quien expone que lo mejor es ponerse la mano zurda (en el caso de los diestros) debajo del culo durante un rato, hasta lograr el adormecimiento del apéndice. En ese momento, uno puede comenzar a meneársela con la sensación de que es otra persona la que se lo está haciendo. Aseguran que eso incrementa el placer. Podría ser.
Otro toma el relevo. Su técnica favorita consiste en pensar en muertos para retrasar el momento del climax. Pero no en muertos cualquiera, no. En los accidentes más truculentos que su mente sea capaz de recordar. El caso es continuar pelándosela durante un buen rato, balanceándose entre la angustia de saber que en polvo nos convertiremos y la urgencia de saber que falta poco para escapar por unos segundos de las miserias de este valle de lágrimas. Personalmente, es el método que más grima me da. 0.
El siguiente al aparato tiene una técnica innovadora. Innovadora y que demuestra a las claras que es soltero. El asunto consiste en frotarse el miembro con dos cojines, a ser posible de raso, hasta alcanzar el gozo supremo. Evidentemente, es una técnica prohibitiva para los casados, porque explicar el manchurrón en los cojines no compensa ni de lejos todo el gozo que dicha técnica pueda producir.
Toma la palabra la otra mujer presente en la asamblea. Después de tacharnos de guarros, bestias, salidos, animales, enfermos, etc….y animada quizá por un chupito de orujo portugués que debería estar catalogado como arma biológica, o química, o qué sé yo, se anima y empieza a hablar de juguetería erótica. Con lo cual los maxilares inferiores de los varones presentes sufren una caída considerable. Nunca nos hubiéramos esperado algo así. Sorpresas te da la vida, que decía el Gato Pérez. Las bolas chinas parecen ser un artilugio con cierto predicamento entre las señoras, quién lo iba a decir. Los juguetes más fálicos también tienen sus momentos, pero, en general, ellas los consideran demasiado ostentosos, y en ocasiones difíciles de manejar.
Llega mi turno. Me tomo el chupito de un trago, estilo cantina del salvaje oeste, intentando recuperar la facultad del habla. Lo consigo medianamente, pero decido que no puedo competir con semejante exhibición de bizarrismo, así que lo mío va por la vía más tradicional. Una paja tranquila, viendo porno en el ordenador, como toda la vida de Dios. Lejos de sentirse defraudada, la concurrencia asiente: los clásicos son los clásicos.
Para finalizar, el benjamín del grupo se destapa con una técnica innovadora. Al menos para mí. Consiste en comenzar el ritual onanista recordando a las profesoras que tuvo en el instituto. Comenzando por una de inglés que gustaba de poner caliente a la audiencia mediante cruces de piernas a lo Sharon Stone, años antes de Instinto Básico, para acabar con una monja que les daba religión, pero que, al parecer, estaba buenísima, y simbolizaba lo prohibido, etc, etc… en fin, cada uno es cada uno.
Al final, cada uno ha vuelto al trabajo con la cabeza en cualquier sitio menos donde debía. O tal vez sí. Quién sabe? Quizá acierte a llamarte una comercial que note en tu voz un tono especial. Y tal vez de ahí salga un precio estupendo, entre otras cosas.
Aunque, personalmente, ahora que estoy de Rodríguez y no tengo a nadie en casa, preferiría que la conversación hubiera ido de fútbol. O de la prima de riesgo. Algo así, menos tenso.
Luego he vuelto al infierno. Como siempre, les he contado cómo ha ido el día. Las caras de cachondeo han sido un poema. De hecho, he temido por la poca virtud que aún conservo, que con esta gente nunca se sabe.
Atentamente (aunque un poco desconcentrado, todo hay que decirlo),
Samuel S. Morgenstern.

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