¿Saben una cosa? El infierno está muy mal valorado. Tiene mala prensa, pero no se está tan mal, en serio. En primer lugar, viniendo de donde venimos nada nos va a pillar demasiado por sorpresa. Y, en segundo lugar, es un sitio en el que se pueden aprender muchas cosas. Gente con experiencia te la encuentras aquí a patadas. Y cada uno tiene su granito de arena que aportar. Cierto que la mayoría son cosas que no es demasiado recomendable poner en práctica, pero, en fin, como decían nuestras madres, el saber no ocupa lugar. Y por saber podemos entender lo mismo el método para resolver ecuaciones de segundo grado que la manera más dolorosa de romperle a un señor el cúbito, por ejemplo. Nunca se sabe cuándo puede hacer falta cada cosa. Personalmente, nunca he tenido que romperle un hueso a nadie (o sí, pero no me he atrevido), y sobre la ética del asunto se podría hablar largo y tendido, pero sigue siendo una forma de saber. Lo que es indiscutible es que yo en mi puta vida he tenido que resolver una ecuación de segundo grado, y eso que soy ingeniero.
Pero me estoy yendo del tema, que no quería hablar de ecuaciones ni de huesos rotos, sino de las cosas que aprendes en el infierno, compartiendo experiencias vitales (o mortales, según se mire), con la gente que merodea por aquí. Por ejemplo, uno de los temas recurrentes entre los inquilinos del lugar es no haberse despedido convenientemente de sus seres queridos y odiados. Porque esa es otra: irte sin tener tiempo para decirle a los que quieres que los quieres tiene que joder una barbaridad, pero que no tengas ocasión de decirle todas esas cosas que pensabas a ese personaje que tanta bilis te ha hecho tragar tiene que joder casi tanto como lo otro. En ocasiones, más.
Eso me ha hecho pensar. Y ya que yo tengo la oportunidad de despedirme correctamente (recuerden que yo sólo estoy aquí de vacaciones), voy a intentar esbozar una despedida para cuando llegue el gran momento y me traslade definitivamente. Qué diría. A quíen. Y cómo. En fin, allá va, a modo de ensayo.
En primer lugar, me despido de mi mujer. Sabes que te quiero mucho, pero no sé si he llegado a estar alguna vez enamorado de tí. Porque nunca he sabido lo que es estar enamorado. Si es sentir mariposas, ver lucecitas, corazones y poner vocecitas de osos amorosos, entonces, efectivamente, nunca he estado enamorado. Si es confiar en alguien hasta el punto de abrirme totalmente, y desear que tú te abrieras, con tus cosas buenas y tus cosas malas, y que confiaras en mí, entonces sí, estoy enamorado de tí. Lamentablemente, ha llegado un momento en que el amor no es suficiente. La vida, en general, era mucho más pesada que la liviana caricia de esos pocos minutos que pasábamos juntos. Y todo comenzó a volverse más oscuro, y tus defectos a sentirse más molestos, y tus debilidades más insoportables. Y ya nada fue divertido, a pesar del amor. Seguramente no fue por culpa tuya, pero en los últimos tiempos ya no suponías para mí el refugio contra el mundo que yo necesitaba. Y los ratos en los que no estabas resultaban extrañamente más agradables que los momentos de compañía. Con lo que hemos llegado a la paradójica situación de que te quiero tanto que haría cualquier cosa por tí, excepto estar contigo. Lo siento mucho. Pudimos haber sido mucho más felices, pero no tocó. Mala suerte. Deseo de todo corazón que te vaya bonito.
Mis queridos peques. ¿Qué puedo deciros a vosotros? ¿Qué podría hacer para que me perdonárais algún día esta imperdonable ausencia? ¿Cómo explicaros, a vuestros siete y cinco años, que hay día en los que vuestra sonrisa no me es suficiente? ¿Que ver cómo vais creciendo y convirtiéndoos en unas pequeñas y adorables personitas no me llena de orgullo como debería? Sois unos niños inmensos, inabarcables, inimaginables. Ni en mis sueños más locos hubiera podido pensar tener algo que ver en la creación de dos personas como vosotros. Sois tan hermosos, y tan listos, y me habéis ayudado tanto a ver el mundo a través de vuestros ojos asombrados que cada vez que lo pienso siento unas irrefrenables ganas de llorar de puro agradecimiento. Cada día me entregáis la promesa de los espléndidos hombres en los que sin duda llegaréis a convertiros. Y, sin embargo, como en el caso de vuestra madre, por algún extraño motivo, por algún perverso y degenerado mecanismo de mi mente, nada de esto es tampoco suficiente. Me hubiera gustado mucho veros crecer, y convertiros en todo lo que yo no he podido ser. Sentir esa mezcla de envidia y orgullo que dicen que significa ser padre. Lo siento mucho, pero me temo que no voy a llegar. Y sin embargo, creo que pierdo yo más que vosotros. Porque vosotros os libraréis de un personaje con mil taras, pero yo me perderé el florecimiento de dos personas extraordinarias.
Papá, mamá,... ¿qué puedo deciros? Gracias me parece demasiado poco, y pediros perdón por el daño que esto os supondrá sería una simpleza. Supongo que lo hicistéis lo mejor que pudistéis. Lo mínimo que puedo deciros es que siempre me sentí querido. No ha sido culpa vuestra. Simplemente, nací así. Con este inconformismo que hace que nada sea suficiente, y con esta tristeza crónica que siempre ha teñido la vida de gris. De gris oscuro. Os quiero mucho, y os admiro más de lo que nunca he sabido expresaros, cosa que me duele. Me hubiera gustado que os hubierais sentido tan queridos como nos hemos sentido nosotros.
Porque nosotros somos mis hermanos y yo. Mis queridos hermanos. ¿Qué puedo deciros a vosotros, hermanitos? Por momentos os he odiado, me ha sido difícil soportaros, nos hemos peleado.... pero cada golpe que os habéis dado lo he sentido como mío. Cada lágrima vuestra ha resbalado también por mis mejillas. Y cada triunfo, cada pequeña batalla ganada, me ha vuelto loco de orgullo. Habéis sido parte de mi vida desde siempre, y nunca os podré agradecer lo suficiente el hecho de que siempre estuviérais ahí. Creo sinceramente que nunca estuve a vuestra altura, lo que por una parte me avergüenza enormemente, pero por otra me tranquiliza al pensar que tampoco me echaréis tanto en falta. En cualquier caso, que os vaya bien. Y cuidad de vuestros sobrinos un poco, porfa. Ella lo agradecerá, y sabéis que ellos os adoran.
Mi suegra. Ah, mi querida suegra. Dios sabe que he intentado quererte, pero he sido incapaz. Supongo que es un caso de caracteres incompatibles. De agua y aceite. Hubiera estado bien haber conseguido mayor intimidad, pero tu manera de ver la vida en general, y la familia en particular, no era la mía, ni de lejos. Espero, sinceramente, no haberte causado demasiada inquietud todas esas veces que seguramente has pensado que tu hija merecía algo mejor. Sin duda tenías razón. Lo siento. Me hubiera gustado sentirte parte de mi familia, y que tú me hubieras sentido parte de la tuya, pero creo que ninguno lo conseguimos. En fin, cuida de tu hija y tus nietos. Ya no te molestaré más.
Queridos cuñados, vosotros sois un caso aparte. Individualmente he conseguido apreciaros, a unos más que a otros. Colectivamente, vuestra sentido tribal de la vida me ha superado desde siempre. Supongo que nunca encajé, y que desde el principio os parecí un bicho raro. ¿Qué puedo decir? Al menos lo intenté. Sobre todo al principio, intenté integrarme en vuestro ritmo, en vuestras costumbres. Evidentemente, no lo conseguí. Perdón por todo aquello en lo que os pueda haber ofendido, y por favor, cuidad de vuestra hermana y vuestros sobrinos. Ellos no tienen la culpa de mis desvaríos.
Creo que no me dejo a nadie. A nadie importante, quiero decir. Mi jefe también me echará de menos una temporada, supongo. Pero maldito lo que me importa. Y mis compañeros de trabajo ya no podrán contar con mi extensa sabiduría inútil, llena de datos acerca de hazañas deportivas, ciudades remotas y personajes que todo el mundo olvidó hace mucho tiempo. Cosas todas ellas que superarán sin demasiado esfuerzo. Para eso está Google.
Y como esto se está alargando demasiado para ser una despedida, me gustaría acabar diciendo simplemente que espero no haber dejado el mundo peor de lo que me encontré. Puede parecer simple, pero nunca aspiré a más.
Eternamente suyo, desde el infierno.
SS Morgenstern.

No hay comentarios:
Publicar un comentario