martes, 4 de junio de 2013

RESPONSABILIDAD

En ocasiones, uno siente que no puede hacer lo que debe hacer, porque eso provocaría más dolor en los denmás que alivio en uno mismo. Es una situación frustrante, que nadie nos va a agradecer nunca, pero es difñicil solventar ese inconveniente de querer hacerse responsable de nuestra vida y de la de los demás, al mismo tiempo. Algo complicado, por decirlo de alguna manera suave.

Está claro que una jaimitada por mi parte afectará de una manera inequívoca a mis hijos y a mi mujer. Pero, y esto es algo en lo que no solemos reparar demasiado a menudo, si el hecho de aguantarme la jaimitada me convierte en una persona amargada, con la bronca presta, siempre dispuesto al vocerío, a la recriminación inclemente... ¿no afectará eso a los que me rodean? ¿No se convertirá más bien esta actitud en un cáncer que va royendo poco a poco la idea de lo que debe ser una familia, una estructura basada en el cariño y en el respeto? ¿Sería mejor desaparecer de repente, y dejar que se apañen como puedan con los recuerdos, muchos o pocos, que les haya podido generar, o aguantar contra viento y marea, degenerando en un ser amargado, hosco y difícil de soportar, que acabe convenciendo a todo el mundo de que la familia es una especie de lotería en la que no sólo tienes que soportar la convivencia con un ser impresentable, sino que además compartes con él una parte de la genética que te impulsa, en mayor o menor grado, a imitar esos comportamientos que tan repulsivos encuentras? Un bonito interrogante, ¿verdad?

Sin embargo, todo tiene sus matices, claro está. No es lo mismo encontrarse a tu padre colgando de una soga en el salón de casa, donde vas a pasar unos cuantos años todavía (años en los que te va a ser muy difícil alejar la imagen de un cuerpo bamboleándose con la cara abotargada sobre un charco de sus propios orines) que recibir un día la noticia de que tu padre, vaya por dios, ha tenido un desgraciado accidente cumpliendo con su deber y ha muerto. La pena puede ser la misma, pero la intendencia es mucho más fácil recordando a un mártir que a un suicida, sobre todo si éste último lleva asociado un recuerdo indeleble con el salón de casa. Al final, la elegancia también sirve para estas cosas. Por no hablar de que disimular puede suponer la diferencia entre cobrar o no cobrar el seguro. Un detalle a tener en cuenta..

La responsabilidad también te hace pensar en estas cosas. Y eso complica mucho la mecánica del suicidio. Nada es tan fácil como parecía en un principio.

Habrá que seguir pensando soluciones.

Suyo atentamente, aquí en el infierno.

SS Morgenstern.

No hay comentarios:

Publicar un comentario